Al terminar la conferencia que sobre la galleguidad de Miguel de Cervantes di el pasado día 21 en la Casa de Galicia en Madrid, el público que llenaba la sala me premió con una fuerte y larga ovación que superaba en mucho la mera cortesía. La conferencia había gustado y así me lo confirmaron muchos de los asistentes que se acercaron a saludarme. Sin embargo mi hija y después un par de amigos, a los que agradezco su sinceridad, me comentaron que había dedicado demasiado tiempo a desmontar los argumentos con los que varios autores sanabreses vienen defendiendo desde comienzos del pasado siglo, y de forma especialmente apasionada César Brandariz en los últimos años, el nacimiento de Cervantes en Sanabria.
Sin duda, tienen razón mi hija y mis dos amigos, pero, además de hacer autocrítica, quiero explicar el porqué de mi error. Me excedí en la exposición de datos y fuentes, en definitiva de pruebas de la veracidad de mis afirmaciones, para oponer rigor a las fantasías de los autores sanabreses y concretamente las de César Brandariz, que recoge las de todos los anteriores y aporta constantemente otras propias.
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