En el año 1972 le hice a Carlos Casares una pequeña caricatura que fue celebrada por él y por todos los que la vieron. Curiosamente, a pesar del tiempo transcurrido, esa primera caricatura sigue siendo la preferida a otras que hice posteriormente; de ahí que cuando la consellería de Cultura me llamó para decirme que querían reproducirla en la placa que el Día das Letras Galegas se pondría en la casa donde nació en Xinzo de Limia, no me extrañase en absoluto.
La caricatura original se la había regalo a Carlos el mismo día que la dibujé y hoy está en la Fundación que lleva su nombre. Cuando Feiraco tuvo la excelente idea de celebrar el Día das Letras Galegas y homenajear a Carlos Casares con un millón de tetrabriks con forma de libro, que llevarían en la portada una imagen del escritor, la Fundación le cedió mi caricatura. El acuerdo entre la Fundación y Feiraco tendría que alegrarme infinitamente, porque sentiría que participaba de una manera especial en la fiesta de mi amigo; pero algo impidió que me sintiese privilegiado: no conocí la generosa y encomiable aportación de Feiraco hasta que el mismo día 17 de mayo vi su página de publicidad en La Voz de Galicia, y en internet la reseña de la presentación de la campaña en la Cidade da Cultura. Nadie me informó de tan interesante iniciativa; nadie me invitó al acto de presentación; y, para colmo, la caricatura se reprodujo sin mi firma. No pude sentirme privilegiado porque me sentí ninguneado. ¡Y toda había habrá alguien que piense que “me forré” con esta campaña!
El mismo día 17 viajé a Portugal y, aunque seguí en parte los comentarios que se hacían en Facebook, no tuve tiempo, ni la concentración necesaria, para intervenir. Ahora, recién llegado a casa, lo hago de la forma más escueta posible.
-Como no soy el Dalai Lama, aunque a veces –más por lo que tengo de tonto que de bueno- lo parezca, mentiría si dijese que ante las reiteradas muestras de descortesía que recibí, no me sentí agraviado y dolido. Sobre todo, dolido.
-Agradezco a los colegas más jóvenes las muestras de solidaridad. Los argumentos que exponen respecto a los derechos de autor -a veces con vehemencia, por el afecto que me tienen- son rigurosos e incuestionables.
-Y sin embargo llegó el momento de gritar ¡Fiat lux! para no perder el Norte.
A pesar de lo mal que se hicieron las cosas, me niego a creer que la desaparición de mi nombre, al pie de la caricatura de Casares, fuera una acción meditada de alguien que quiso fastidiarme. Con frecuencia, los despropósitos tienen explicaciones muy simples, incluso absurdas; y estoy seguro de que éste es uno de esos casos.
Lo que de verdad importa es la celebración del Día das Letras Galegas y la figura de Carlos Casares. A Feiraco hay que agradecerle la espléndida campaña que posibilitó una promoción extraordinaria del autor, y pedirle que la repita en los próximos años.
En cuanto a mí, sólo espero que se encuentre una fórmula justa y satisfactoria para todos, en la que se me reconozca como autor del dibujo que centró la campaña.
Siro: o teu estilo recoñécese perfectamente nesta boa caricatura, leve ou non leve firma. Por suposto que deberían preguntar e pedir permiso. Espero que recoñezan o erro e teñan polo menos un anaco de respeto polo teu traballo.
Por certo, Casares tiña un algo de Robin Williams (en moreno) ¿non?
Claro que sí, tan sencillo como que Feiraco haga otra campaña de modo correcto y respetuoso. Lo tienen fácil para quedar como señores.