Calvo Sotelo publicó sus memorias de presidente del Gobierno y las aprovechó para comentar críticamente actuaciones y actitudes de los protagonistas de la Transición política española, fuesen de la oposición o de su propio partido; y lo hizo la mayoría de las veces con humor, contando anécdotas divertidas para el lector, pero que dejan al protagonista en mala situación.
Se le nota especialmente dolido con Fraga y le dedica algunas de las páginas más ácidas, en las que refleja su peculiar carácter con textos que son verdaderas caricaturas. Pero el personaje que despierta sus fobias es el presidente Giscard dÉstaing, a quien responsabiliza de no colaborar en la detención de los terroristas de ETA refugiados en Francia y de poner todos las zancadillas posibles al ingreso de España en el Mercado Común: “La actitud oficial de Francia respecto a la adhesión de España colgaba de las posiciones personales de Giscard”.
No se lo perdonó y en las memorias lo describe como un hombre tan soberbio, que en la visita a España en 1978, invitado por el Gobierno para ganar su apoyo, pretendió que se le concediese el Toisón de Oro y entrar en el Congreso por la Puerta de los Leones, que sólo se abre al comienzo de cada legislatura para dar paso al Rey.