El día 26 de abril, a las 19,30 h, presentábamos en la Casa de Galicia en Madrid mi último libro “Cervantes e o Quixote. A invención do humorismo”. Si digo que me sentí muy honrado de que el presentador fuese Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, no correspondo con cortesía a su cortesía, sino que manifiesto un sentimiento sincero.
Como todos los que lo conocemos, admiro a este hombre inteligente, culto, cordial y bueno. Sí, digo bien. Si Darío Villanueva es admirable por su trayectoria profesional, no lo es menos por su bonhomía. Ser de condición humilde, generoso y amable ayuda a hacerse querer; ser, además, responsable en las obligaciones, ayuda a hacerse respetar. Darío Villanueva es todo eso, de ahí que sea querido y respetado en el mismo grado y que yo me sintiese tan honrado como agradecido de que dedicase muchas horas a leer atentísimamente mi libro, para comentarlo ante el público que asistió al acto celebrado en el precioso palacete de la Casa de Galicia.
La intervención de Darío fue larga, casi –o sin casi- una conferencia, una espléndida conferencia; pero por mí podría alargarla más porque en cada tema que exponía advertía que estaba tratado por mí en mi libro y con acierto. El auditorio valoró la intervención y la premió con una ovación enorme.
En nombre de a Consellería de Educación asistió y participó Manuel González, miembro de la Real Academia Galega y director del Centro Ramón Piñeiro, editor del libro. Manolo recordó mi añeja relación con el Centro Ramón Piñeiro; como, hace muchos años, decoré sus paredes con las caricaturas de los mejores amigos de Piñeiro y que el año que se dedicó el Día das Letras Galegas a Ramón Piñeiro aporté a la celebración una gran exposición de retratos, caricaturas y visiones del homenajeado. Al Secretario Xeral de Cultura, Anxo Lourenzo, y a Manuel González debo la edición de este ensayo. Los dos confiaron en mí cuando les hablé de la conveniencia de participar en la celebración del IV Centenario de la edición de la Segunda Parte del Quixote y de la muerte de Cervantes con un ensayo que explicase por qué y cómo Cervantes creó en el Quixote una nueva forma de humor, la más transcendente: “el humorismo”.
Y eso mismo intenté explicarlo, en pocos minutos, a un auditorio atentísimo. Recordé las aportaciones de Wenceslao Fernández Flórez, Julio Casares, Pío Baroja, Ramón Gómez de la Serna, Pirandello y Celestino Fernández de la Vega a los estudios del humor, concretamente del humorismo, en Cervantes; y lo que mi libro aporta como novedad a lo expuesto por ellos. Arriesgándome a parecer pretencioso y pedante, afirmé que mi ensayo no es “un corta y pega” porque las tres cuartas partes del mismo son aportaciones originales, fruto del estudio, la investigación y el ejercicio del humor gráfico y literario durante cincuenta años. Por eso, aunque nada me gustaría, en este momento, como ver editado el libro en castellano, me hace feliz que este trabajo, el más profundo y ambicioso de cuantos existen sobre el humor de Cervantes, naciese en gallego.
Me viene a la memoria, como se estuviese viendo un vídeo, el acto de ingreso de Marino Dónega en la Academia Galega con un discurso sobre la novela “Os dous de sempre”, de Castelao, y la respuesta de Ramón Piñeiro. Cuando un aplauso estruendoso premiaba ambas intervenciones, se acercó a mí Celestino Fernández de la Vega y me preguntó: –Oe, ¿cantos actos deste nivel cres que se celebrarán na Real Academia Española?
Le respondí que pocos y ahora pienso que pocos actos de este nivel protagonizaré en lo que me queda de vida.
La anécdota
Bieito Rubido, director del ABC, es un viejo amigo y como amigo se portó al cubrir la información de este acto. El ABC me sacó en la página 4, entre “los personajes del día”, y en las páginas de la edición de Madrid me dedicó una página entera. Compré el periódico, naturalmente; y cuando me puse a hacer el crucigrama resultó que en la horizontal 7 había que poner un nombre de varón, que resultó ser “SIRO”. Increíble, pero cierto. Le escribí a Bieito dándole las gracias pero le dije que se había excedido con lo del crucigrama. Aun debe de estar riendo hoy.