Los primeros fotógrafos que recuerdo en Ferrol tenían las máquinas de madera, con el objetivo sobre un gran fuelle delante, y atrás una cortina que levantaban para meter la cabeza y las manos; todo sobre un trípode, también de madera. Les llamábamos, como en todas partes, “fotógrafos al minuto”, aunque, en realidad, tardaban en hacer la foto más de un minuto.
También yo cuando hago retratos aprisa puedo tardar más de un minuto, pero en ocasiones los hago en bastante menos. ¿Para qué? Para obtener resultados diferentes a los que consigo con un dibujo controlado y preciso. Si dibujo muy aprisa, no tengo el control absoluto de la mano, que hace un poco lo que quiere, y cuando termino me sorprendo siempre; a veces muy gratamente. También dibujo con los ojos fijos en el modelo, sin mirar el papel, dejándome llevar por la intuición, la experiencia y el azar. Los dibujos tienen, casi siempre, fallos e imprecisiones graves; pero con frecuencia me dan claves aprovechables.
Hace bastantes años estaba viendo a Jesús Quintero en TV, y le hice un dibujo buscando el parecido y la precisión. Es el primero de esta serie. Después empecé a dibujar a toda prisa e hice todos los demás. Creo que tienen más gracia.