Rosa María Milleiro, buena mujer y buena poetaRosa Mª Milleiro, boa muller e boa poeta

Siro, Rosa Mª Milleiro, Susana Martínez Galdós

Rosa María Milleiro es, además de ferrolana, poeta. También es algo ingenua, o mucho, demasiado; de ahí la ocurrencia de pedirme un prólogo para su precioso libro “Paseo mis pies desnudos” presentado en la Galería Sargadelos de Ferrol el 26 de octubre.

Este es el prólogo:

Rendido a los versos desnudos de Rosa María Milleiro

Cuando yo nací, en la casa de mis padres no había ni un solo libro, pero meses después mi hermano se marchó a Madrid y con la primeira paga compró un ejemplar de una preciosa edición del Quijote y se la envió con una dedicatoria que decía: A mis queridos padres, el mejor libro de España.

Aquel Quijote estuvo en la mesilla de noche de mi madre hasta que yo, con cuatro anos, empecé a hojearlo para admirar las ilustraciones del caballero atacando los molinos de viento, recibiendo las pedradas de los galeotes ingratos, sirviendo de hazmerreír a unos duques sin nombre y sin alma, etc. Mi madre y mi hermana me enseñaban cada tarde las letras, y empecé a leer en el Quijote.

Siro, Rosa Mª Milleiro, Susana Martínez Galdós

Rosa María Milleiro é, ademais de ferrolana, poeta. Tamén é algo inxenua, ou moito, demasiado; de aí a ocorrenza de pedirme un prólogo para o seu precioso libro “Paseo mis pies desnudos” presentado, que presentamos na Galería Sargadelos de Ferrol o pasado 26 de octubro.

Velaí o prólogo :

Rendido aos versos espidos de Rosa María Milleiro

Cando eu nacín, na casa dos meus pais non había nin un so libro, pero meses despois o meu irmán marchou a Madrid e coa primeira paga mercou un exemplar dunha preciosa edición do Quixote e mandouno cunha adicatoria que dicía: Aos meus queridos pais, o mellor libro de España. Aquel Quixote estivo na mesiña de noite da miña naí ata que eu, con catro anos, empeceí a follealo para admirar as ilustracións do cabaleíro atacando os muíños de vento, recibindo os croiazos dos galeotes ingratos, servindo de monifate a uns duques sen nome e sen alma, etc. A miña nai e a miña irmá aprendíanme cada tarde as letras, e eu empecei a ler no Quixote. Entendía muy poco, pero algunas frases me atraían y me quedaron en la memoria para siempre: “La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta”, “Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la de Puerto Lápice”. Pero también en el Quijote vi y leí el primer poema, que tampoco olvidé:

 Es de vidrio la mujer,

pero no se ha de probar

si se puede o no quebrar,

porque todo podría ser.

    Y es más fácil el quebrarse,

y no es cordura ponerse

a peligro de romperse

lo que no puede soldarse.

Hasta ahí llegué, porque la última estrofa, la que dice:  Y en esta opinión estén/ todos, y en razón la fundo:/ que si hay Dánaes en el mundo,/ hay pluvias de oro también, como no entendí absolutamente  nada, nada hice por recordarla y nunca la recordé.

Enterito aprendí otro poema muy divertido, que no sé de dónde lo sacó mi madre, y que decía:

Mi mamá me dijo un día:

-“Camina, que el mundo es ancho;

y si te falta comía

aprieta la cincha, Pancho,

y canta con alegría.”

¡Mamá qué razón tenía!

Mi madre me enseñaba también muchísimos tangos. Tenía que explicarme el significado de algunas palabras, pero a los siete años conocía los mismos tangos, con letra de excelentes poetas, que conozco hoy.

Mi padre me recitaba poemas de Curros Enríquez, como O vello e o sapo, y cantaba los que estaban musicados por Chané. Desde muy pequeño canté con el “Ten a serea o canto/ a serpe o alento/ o lago ten a onda/ Deus ten o Inferno”. Conté ya la vergüenza que pasaba cuando lo veía recitar en público el poema festivo “El borracho y el eco”, de Francisco Añón; pero, de oirlo, lo aprendí también.

Digo todo esto porque sería de suponer que, por vivir desde niño en relación con la poesía, debería ser un buen lector de poesía, pero no lo soy. Leo poca y la leo mal. Si no hai un verso que me enganche, dejo el poema. Creo que un verso puede salvar un poema, pero preciso ese verso que me atraiga y me prenda. Cuando en vez de un verso es todo el poema quien me agarra y no me suelta, entonces estoy dispuesto a afirmar que la poesía y la música son las más puras creaciones del espíritu humano.

En el fondo, no leo poesía porque amo la poesía y temo a los poetas. Primero fue Rosalía, al publicar Cantares Gallegos, quien llenó este país de poetas que hablaban de “casiñas” y de “lares”. Despues, con el verso libre, surgieron los poetas de manual y diccionario. Poesía cerebral que no es poesía, o al menos a mí no me lo parece. Un poeta consagrado, editó a lo largo de su vida varios libros de poemas, perfectos de ejecución, que, creo, aportan poco a la creación literaria. Pero, ya viejo, hizo un libro secretamente dedicado a un amor secreto; un libro escrito con el corazón o con el hígado -sí seguimos a Xaime Quintanilla, que de esto sabía mucho-, y aquello sí es poesía.

Yo no sé si Rosa María Milleiro escribe más con el hígado o con la cabeza, pero de la lectura de este poemario deduzco que hay en él mucho hígado y mucha cabeza. También ella parece indicarlo cuando dice en la introducción al libro: “Paseo mis pies desnudos es como la gárgola que permite adornar mis poemas en el desagüe de mis sentimientos.

En cada instante adormitan nostalgias, amores, desamor y la esperanza en la huella de mis pies desnudos, conjugando prisas, desaliento y propulsión para seguir amando en la marea  de mi existencia”.

Gente extraña estos poetas, que pueden adornar poemas en el desagüe de los sentimientos y depositar la esperanza en las huellas de los pies desnudos. Yo los veo como funambulistas audaces que procuran “el más difícil todavía” con actuaciones a gran altura, sin red, y balanceándose entre lo sublime y lo ridículo; dos espacios sólo separados por el grosor de un cable. Rosa María lo hace en cada poema, y además brinca hacia delante y hacia atrás con piruetas arriesgadas que nos sobrecogen. Empieza un poema con estos versos:

Versifiqué la melodía del viento

en el consuelo de mis noches.

 Y lo termina con estos otros:

  Versifiqué la risa en mis labios

ahorrando el llanto en mi alma.

Poesía auténtica, poesía pura, que nos abre caminos a la reflexión y al ensueño. “Versificar la risa en los labios para ahorrar lágrimas en el alma” es cosa muy seria; algo que sólo pueden hacer los verdaderos poetas y los verdaderos humoristas, aunque éstos trabajen más la prosa que el verso. Y es que poetas y humoristas son hermanos o por lo menos primos hermanos, a la hora de crear. Lo explicó Ramón Piñeiro con aquella lucidez que hacía comprensibles y diáfanas las cosas más complicadas y opacas, en un ensayo breve sobre lirismo y humorismo. Por él sabemos que humorismo y lirismo son fórmulas eficaces para enfrentarnos a la soledad. Hablo del humorismo de Cervantes, de Castelao, de Cunqueiro… Hablo del lirismo de Rosalía, de Pimentel, de Novoneira, de Díaz Castro, de Bodaño… y de Rosa María Milleiro, un gozoso descubrimiento para mí. También ella, como Bécquer, se preguntó qué es la poesía; y se respondió. En su respuesta hay unha pizca de humorismo: “La poesía es colgar sentimientos en el tendal de la vida”. Y hay, claro está, un gran caudal de lirismo: “Poesía es comprender al trueno, besar al viento y dar lo mejor que llevas dentro…” Y  concluye: ¿Qué es poesía?;  poesía es amor.

¡Ay, el amor! El amor es como el laberinto de Creta, lleno de Minotauros hambrientos. El hilo que Ariadna dio a Jasón para salir del laberinto estaba hecho de amor, pero el héroe correspondió a aquel amor con la traición. Hoy el amor puede ser más verdad que en tiempo de los argonautas, porque el verdadero amor sólo puede darse cuando hombre y mujer amen sin sumisiones, de igual a igual, y en eso estamos o a eso vamos. Pero la complejidad de nuestro vivir hace que los peligros para el amor, incluso para la convivencia, se multipliquen y agiganten. Por eso sigue habiendo poetas como Rosa María Milleiro que cantan el amor, el desamor, los goces y las angustias de las ilusiones conseguidas o fallidas.

Este es un libro de amor, de poesía amorosa; pero no un libro más, sino un libro espléndido. Así lo creo y por eso me honro en presentarlo con este prólogo, que no es lo que debería ser, pero es lo que es. Entendía moi pouco, pero algunhas frases engaiolábanme e quedáronme na memoria para sempre: “La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta “, “Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la de Puerto Lapice “. Pero tamén no Quixote lin e o primeiro poema da miña vida, e tampouco o esquecín:

Es de vidrio la mujer,

pero no se hade probar

si se puede o no quebrar,

porque todo podría ser.

Y es más fácil el quebrarse,

y no es cordura ponerse

a peligro de romperse

lo que no puede soldarse. 

Ata ai cheguei, porque a última estrofa, a que di: Y en esta opinión estén todos, y en razón la fundo:/ que si hay Dánaes en el mundo,/ hay pluvias de oro también, como non entendín nada, nada fixen por recordala. Enteiriño aprendín outro poema moi divertido, que non sei de onde o sacou miña nai, e que dicía:

Mi mamá me dijo un día:

-“Camina, que el mundo es ancho;

y si te falta comía

aprieta la cincha, Pancho,

y canta con alegría.”

¡Mamá qué razón tenía!

A miña nai aprendeume tamén moitísimos tangos. Tíñame que explicar o significado dalgunhas palabras, pero aos sete anos coñecía os mesmos tangos, con letra de excelentes poetas, que coñezo hoxe. Meu pai recitábame poemas de Curros Enríquez, como O vello e o sapo, e cantaba os que estaban musicados por Chané. Desde pequeniño cantei con el “Ten a serea o canto/ a serpe o alento/ o lago ten a onda/ Deus ten o Inferno “. Contei xa a vergoña que pasaba cando o vía recitar en público o poema festivo “El borracho y el eco “, de Francisco Añón; pero de oirllo, aprendino tamén.

Digo todo esto porque sería de supoñer que, por vivir desde neno en relación coa poesía, debería ser un bo lector de poesía, pero non o son. Leo pouca e léoa mal. Se non hai un verso que me engaiole, deixo o poema. Coido que un verso pode salvar un poema, pero preciso ese verso que me atraia e me apreixe. Cando na vez dnn verso é todo o poema o que me agarra e non me solta, entón estou disposto a afirmar que a poesía é a música son as máis puras creacións do espírito humano. No fondo, non leo poesía porque amo a poesía e temo aos poetas. Primeiro foi Rosalía, ao publicar Cantares Gallegos, quen encheu o país de poetas ventureiros que falaban de “casiñas” e de “lares”. Despois, co verso libre, agromaron os poetas de manual e diccionario. Poesía cerebral que non é poesía, ou polo menos a min non mo parece. Un poeta consagrado, editou ao longo da súa vida varios libros de poemas, perfectos de execución, que, coido, aportan pouco á creación literaria. Pero, xa vello, fíxo un libro adicado a un amor secreto; un libro escrito co corazón ou co fígado -se seguimos a Xaime Quintanilla, que desto sabía moito-, e aquelo si é poesía.

Eu non sei se Rosa María Milleiro escrebe máis co fígado ou coa cabeza, pero da lectura deste poemario deduzo que hai nel moito fígado e moita cabeza. Tamén ela parece indicalo cando di na introdución ao libro: “Paseo mis pies desnudos es como la gárgola que permite adornar mis poemas en el desagüe de mis sentimientos.

En cada instante adormitan nostalgias, amores, desamor y la esperanza en la huella de mis pies desnudos, conjugando prisas, desaliento y propulsión para seguir amando en la marea de mi existencia “. Xente estraña estes poetas, que poden adoviar poemas no desaugue dos sentimentos e depositar a esperanza nas pegadas dos pés espidos. Eu véxoos como funambulistas destemidos que procuran “o máis difícil aínda” con actuacións a gran altura, sen rede, e abaneándose entre o sublime e o ridículo; dous espazos só arredados polo grosor dun fío. Rosa María faino en cada poema, e ademáis brinca cara adiante e cara atrás con piruetas arriscadas que nos sobrecollen. Empeza un poema con estes versos:

Versifiqué la melodía del viento

en el consuelo de mis noches.

 E remátao con estoutros:

Versifiqué la risa en mis labios

ahorrando el llanto en mi alma.

 Poesía auténtica, poesía pura, que nos abre caminos á reflexión e ao ensoñó. “Versificar a risa nos beizos para aforrar bágoas na alma” é cousa moi seria; algo que só poden facer os verdadeiros poetas e os verdadeiros humoristas, aínda que estes últimos traballen máis a prosa que o verso.

E é que poetas e humoristas son irmáns ou polo menos curmáns, á hora de crear. Explicóunolo Ramón Pineiro coaquela lucidez súa que facía comprensibeis e diáfanas as cousas máis ensarilladas e opacas, nun ensaio breve sobre lirismo e humorismo. Por el sabemos que humorismo e lirismo son fórmulas eficaces para enfrontármonos á soidade. Falo do humorismo de Cervantes, de Castelao, de Cunqueiro… Falo do lirismo de Rosalía, de Pimentel, de Novoneira, de Díaz Castro, de Bodaño… e de Rosa María Milleiro, un gozoso descubrimento para min. Tamén ela, como Bécquer, se preguntou que é a poesía; e respondeuse. Na súa resposta hai unha pinga de humorismo: “Lapoesía es colgar sentimientos en el tendal de la vida “. E hai, claro está, un gran caudal de lirismo: “Poesía es comprender al trueno, besar al viento y dar lo mejor que llevas dentro… ” E conclúe: ¿Qué es poesía?; poesía es amor.

¡Ai, o amor! O amor é como o labirinto de Creta, ateigado de Minotauros esfameados. O fío que Ariadna deu a Jasón para sair do labirinto estaba feito de amor, pero Jasón correspondeu a aquel amor coa traizón. Hoxe o amor pode ser máis verdade que en tempos dos argonautas, porque o verdadeiro amor só pode darse cando home e muller aman sen sumisións, de igual a igual, e niso estamos ou a iso imos. Pero a complexidade do noso vivir fai que os perigos para o amor, mesmo para a convivenza, se multipliquen e axiganten. Por eso segue habendo poetas como Rosa María Milleiro que cantan o amor, o desamor, os goces e as angurias das ilusións conseguidas ou fanadas. Este é un libro de amor, de poesía amorosa; pero non un libro máis, senón un libro espléndido. Así o creo e por iso me honro en presentalo con este prólogo, que non é o que debería ser, pero é o que é.

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