Un domingo, al terminar de leer la columna de Manuel Vicent en El País, me apeteció hacerle un retrato, así que me fui a Google, busqué fotos y dibujé su rostro varias veces, tan aprisa como pude. Al no controlar el trazo, quedaron descentrados e incluso se me fueron del papel; pero creo que hay en ellos más originalidad y creatividad que si los hiciese con más rigor.